viernes, 8 de diciembre de 2006

Y LAS REFLEXIONES DE HOY SON...

HOLA AMIGOS:
Como sabrán hoy es viernes de REFLEXIONES y aquí les tengo algunas que espero que sean de su agrado. Por favor, no se vayan sin poner algún comentario, ¿cuál les gustó más?, ¿cuál no?,¿cuál quisieran que publicara?, pueden revisar toda la página para leer las REFLEXIONES anteriores, recuerden que sus comentarios son lo que mantiene vivo este espacio. Y aquí nos vemos nuevamente el lunes con más REFLEXIONES.
COMENZAMOS:
EL CIRCULO DEL NOVENTA Y NUEVE
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.Un día el rey lo mandó a llamar. -Paje- le dijo- ¿cuál es el secreto? -¿Qué secreto, Majestad? -¿Cuál es el secreto de tu alegría? - No hay ningún secreto, Alteza. - No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira. - No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. -¿Por qué estás siempre alegre y feliz? ¿Eh? ¿Por qué? - Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no he de estar feliz? - Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado. - Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo este ocultando... -¡Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana. -¿Por qué él es feliz? - Ah, Majestad, lo que sucede es que el está fuera del círculo. -¿Fuera del círculo? - Así es. -¿Y eso es lo que lo hace feliz? - No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz. -A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz. - Así es. -¿Y cómo salió? -¡Nunca entró! -¿Qué círculo es ese? - El círculo del 99. - Verdaderamente, no te entiendo nada. - La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos. -¿Cómo? - Haciendo entrar a tu paje en el círculo. - Eso, obliguémoslo a entrar. - No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. - Entonces habrá que engañarlo. - No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, el entrará solito, solito. -¿Pero el no se dará cuenta de que eso es su infelicidad? - Sí se dará cuenta. - Entonces no entrará. - No lo podrá evitar. -¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en el y no podrá salir? - Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? - Sí- Bien, esta noche le pasaré a buscar. Debe tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99! -¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? - Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche. - Hasta la noche. Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste." Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeo y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas plantas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado solo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de a vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis...y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60.... hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. -¡Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro "sólo 99". "99 monedas, es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible gesto, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender... Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. -¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. - Nada me pasa, nada me pasa. - Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. - Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor. "Siempre nos falta algo para estar completos, y solo completos se puede gozar de lo que se tiene. Nos enseñaron que la felicidad deberá esperar hasta completar lo que falta.... Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida. Pero que pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es solo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para cegarnos, para que halemos del carro de la vida, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual... eternamente igual! Cuantas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal cual como están."
LA VIDA ES BELLA
Un muchacho vivía sólo con su padre, ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de fútbol Americano de su colegio, usualmente no tenía la oportunidad de jugar, bueno casi nunca, sin embargo su padre permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía.El joven era el más bajo de la clase cuando comenzó la secundaria e insistía en participar en el equipo de fútbol del colegio, su padre siempre le daba orientación y le explicaba claramente que "él no tenía que jugar fútbol si no lo deseaba en realidad"... Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba a una práctica ni a un juego!, estaba decidido en dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido!!!!. Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el "calentador de banco", debido a que siempre permanecía sentado.... Su padre con su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas, dándole compañía, palabras de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar!!!.Cuando comenzó la Universidad, intentó entrar al equipo de fútbol, todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo. El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado además por como él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las prácticas y al mismo tiempo le daba a los demás miembros del equipo el entusiasmo perfecto. La noticia llenó por completo su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él la emoción. Les enviaba en todas las temporadas todas las entradas para que asistiera a los juegos de la Universidad. El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a una práctica ni a un juego durante los 4 años de la Universidad, y nunca tuvo el chance de participar en algún juego!. Era el final de la temporada y justo unos minutos antes de que comenzará el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entregó un telegrama. El joven lo tomó y luego de leerlo murió en el silencio... tragó muy fuerte y temblando le dijo al entrenador: "Mi padre murió esta mañana, no hay problema de que falte al juego hoy?". El entrenador le abrazó y le dijo "Toma el resto de la semana libre, hijo. Y no se te ocurra venir el sábado".Llegó el sábado, y el juego no estaba muy bien, en el tercer cuarto, cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y calladamente se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de regreso!!!. "Entrenador por favor... permítame jugar... Yo tengo que jugar hoy" imploró el joven. El entrenador pretendió no escucharle, de ninguna manera él podía permitir que su peor jugador entrara en el cierre de las eliminatorias. Pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador sintiendo lástima lo aceptó: "Okey hijo, puedes entrar, el campo es todo tuyo". Minutos después el entrenador, el equipo y el público, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo perfectamente brillante, nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella. Su equipo comenzó a ganar, hasta que empató el juego. En los segundos de cierre el muchacho interceptó un pase y corrió todo el campo hasta ganar con un touchdown. Las personas que estaba en las gradas gritaban emocionadas, y su equipo lo llevó cargado por todo el campo. Finalmente cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado calladamente y sólo en una esquina, se acercó y le dijo: "Muchacho no puedo creerlo, estuviste fantástico!!!". Dime cómo lo lograste???. El joven miró al entrenador y le dijo: "Usted sabe que mi padre murió... pero sabía que mi padre era ciego???". El joven hizo una pausa y trató de sonreír... "Mi padre asistió a todos mis juegos, pero hoy era la primera vez que él podía verme jugar... y yo quise mostrarle que sí podía hacerlo"...
UNA HISTORIA PARA MEDITAR
Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llego el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves." Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastara, y la cicatriz perdurara para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Los amigos son joyas preciosas. Nos hacen reír y nos animan a seguir adelante. Nos escuchan con atención, y siempre están prestos a abrirnos su corazón. (Gracias por esta REFLEXIÓN Eduardo).
Con Cariño para ustedes La Lobita gpe_lobo@yahoo.com.mx