jueves, 21 de diciembre de 2006

R E F L E X I O N E S

HOLA AMIGOS: Hoy es viernes de Reflexiones como ya saben y aquí les dejo las 3 de hoy. También quiero comentarles que hasta hoy les escribo en este año; tengo que salir, pero aquí nos vemos muy probablemente el 8 de Enero, pero igual voy a revisar mi correo por si gustan escribirme. De antemano les deseo una MUY BONITA NAVIDAD Y UN EXCELENTE Y PRÓSPERO AÑO NUEVO. Ahora sí comenzamos:
CUANDO YO YA NO PUEDA
EL DÍA QUE ESTÉ VIEJO Y YA NO SEA EL MISMO, TEN PACIENCIA Y COMPRÉNDEME. CUANDO DERRAME COMIDA SOBRE MI CAMISA Y OLVIDE COMO ATARME LOS ZAPATOS, RECUERDA LAS HORAS QUE PASÉ ENSEÑÁNDOTE A HACER LAS MISMAS COSAS. SI CUANDO CONVERSES CONMIGO REPITO Y REPITO LA MISMA HISTORIA QUE TU CONOCES DE SOBRA COMO TERMINA, NO ME INTERRUMPAS Y ESCÚCHAME. CUANDO ERAS PEQUEÑO, PARA QUE TE DURMIERAS TUVE QUE CONTARTE MILES DE VECES EL MISMO CUENTO HASTA QUE CERRARAS TUS OJITOS. CUANDO ESTEMOS REUNIDOS Y SIN QUERER ME HAGA MIS NECESIDADES NO TE AVERGÜENCES Y COMPRÉNDEME, QUE NO TENGO LA CULPA DE ELLO, PUES YA NO PUEDO CONTROLARLAS. PIENSA CUANTAS VECES TE AYUDE DE NIÑO Y ESTUVE PACIENTEMENTE A TU LADO ESPERANDO A QUE TERMINARAS LO QUE ESTABAS HACIENDO. NO ME REPROCHES PORQUE NO QUIERA BAÑARME; NO ME REGAÑES POR ELLO. RECUERDA LOS MOMENTOS QUE TE PERSEGUÍA Y LOS MIL PRETEXTOS QUE INVENTABA PARA HACERTE MAS AGRADABLE TU ASEO. ACÉPTAME Y PERDÓNAME YA QUE EL NIÑO AHORA SOY YO... CUANDO ME VÉAS INUTIL E IGNORANTE FRENTE A TODOS LOS APARATOS TECNOLÓGICOS QUE YA NO PODRÉ ENTENDER, TE SUPLICO QUE ME DES TODO EL TIEMPO QUE SEA NECESARIO PARA NO LASTIMARME CON TU SONRISA BURLONA. ACUÉRDATE QUE FUI YO EL QUE TE ENSEÑÓ TANTAS COSAS. A COMER, A VESTIRTE Y LA EDUCACIÓN PARA ENFRENTAR LA VIDA TAN BIEN COMO LO HACES, SON EL PRODUCTO DE MI ESFUERZO Y PERSEVERANCIA POR TI. CUANDO EN ALGÚN TIEMPO MIENTRAS CONVERSAMOS ME LLEGUE A OLVIDAR DEL TEMA DEL QUE ESTAMOS HABLANDO, DAME TODO EL TIEMPO QUE SEA NECESARIO HASTA QUE YO RECUERDE Y SI NO PUEDO HACERLO NO TE BURLES DE MI. TAL VEZ NO ERA IMPORTANTE LO QUE HABLABA PERO A MI ME BASTABA CON QUE SOLO ME ESCUCHARAS ESE MOMENTO. SI ALGUNA VEZ YA NOQUIERO COMER, NO ME INSISTAS. SE CUANTO PUEDO HACER Y CUANTO NO DEBO HACER. TAMBIEN COMPRENDE QUE CON EL PASO DEL TIEMPO YA NO TENGO DIENTES PARA MORDER NI GUSTO PARA SENTIR. CUANDO ME FALTEN MIS PIERNAS POR ESTAR CANSADAS PARA ANDAR DAME UNA MANO TIERNA PARA APOYARME, COMO LO HICE YO CUANDO COMENZASTE A CAMINAR CON TUS DÉBILES PIERNECITAS. POR ÚLTIMO, CUANDO ALGUN DÍA ME OIGAS DECIR QUE YA NO QUIERO VIVIR Y SOLO DESEARÍA MORIR, NO TE ENFADES. ALGUN DÍA ENTENDERÁS QUE ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON TU CARIÑO NI CON CUANTO TE AMO. TRATA DE COMPRENDER QUE YA NO VIVO SINO SOBREVIVO Y ESO NO ES VIVIR. SIEMPRE QUISE LO MEJOR PARA TI Y HE PREPARADO LOS CAMINOS QUE HAS DEBIDO RECORRER. PIENSA ENTONCES QUE CON EL PASO QUE ME ADELANTO A DAR ESTARÉ CONSTRUYENDO PARA TI OTRA RUTA EN OTRO TIEMPO, PERO SIEMPRE CONTIGO. NO TE SIENTAS TRISTE O IMPOTENTE POR VERME COMO ME VES. DAME TU CORAZÓN, COMPRÉNDEME Y APÓYAME COMO YO LO HICE CUANDO EMPEZASTE A VIVIR...DE LA MISMA MANERA COMO TE HE ACOMPAÑADO EN TU SENDERO TE RUEGO ME ACOMPAÑES A TERMINAR EL MÍO. DAME AMOR Y PACIENCIA QUE YO TE DEVOLVERÉ GRATITUD Y SONRISAS CON EL INMENSO AMOR QUE TENGO POR TI.
CORAZÓN DE MONTAÑA
Había una vez un niño muy chiquito que era la burla de todos sus compañeros de la escuela a causa de su pequeña estatura. Su nombre era Manuel. Cuando todos salían al recreo a jugar con la pelota, nadie quería jugar con él; cuando jugaban a las escondidillas, nadie lo quería buscar; cuando alguien cumplía años, nunca lo invitaban: y cuando él cumplía años, nadie iba a su fiesta. La vida de Manuel era muy solitaria y triste. Todas las noches, antes de acostarse, hacía oración y le decía a Dios: Papito Dios, yo sé que Tú eres muy bueno porque me lo ha dicho mi mamá, pero no entiendo por qué si tanto me quieres, me hiciste tan chiquito de modo que mis amigos se burlan de mí. ¡Cómo quisiera ser tan alto como una montaña para que todos me respeten y me quieran. ¿Algún día me vas a hacer crecer tan alto como una montaña? Y esperaba por unos minutos, arrodillado al lado de su cama, para ver si Dios le contestaba. Nunca había escuchado la respuesta de Dios pero, aún así, volvía a preguntarle cada noche lo mismo. Esta bien, papito Dios. No tienes que contestarme ahora, si quieres, mañana me respondes. Y Manuel se dormía profundamente. Un día, mientras todos los niños jugaban a la pelota en el jardín de la escuela, se escuchó el grito de uno de ellos. Todos se paralizaron y buscaron el origen de aquél grito. Nadie sabía quién había gritado y no se veía a ningún niño asustado o llorando. De pronto, se escuchó nuevamente el grito desesperado de un niño, sólo que ahora sí sabían de dónde provenía el lamento. A unos cuantos metros de ahí había unas pequeñas zanjas que fueron abiertas para instalar unas tuberías para transportar el agua y, por lo visto, alguien había caído en una de ellas. Todas se agolparon a la orilla de la zanjas pero no podían ver al interior, sólo podían escuchar el llanto del niño que había caído en el pozo. Era un chiquillo que acababa de entrar a la escuela y apenas tenía cuatro años de edad. Inútilmente, profesores y jóvenes de secundaria intentaron sacar al niño. Eran muy grandes y no cabían en el orificio de la zanja. Entre los niños que se habían juntado para presenciar el accidente se encontraba nuestro amigo de baja estatura. Él veía todo el revuelo y la conmoción pero, sobre todo, escuchaba el llanto del chiquito que estaba atrapado en el fondo de la zanja y que suplicaba que lo sacaran rápido de allí. Se abrió paso a base de empujones y llegó hasta el frente. Luego, con voz temblorosa, dijo: Yo puedo entrar, Nadie lo escuchó, todos gritaban llenos de impaciencia y nerviosismo. ¡Yo puedo entrar!, gritó Manuel, y el silencio invadió el ambiente. Todos voltearon a verlo y reconocieron que Manuel era la única solución. Manuel se metió a la zanja y consoló al pequeño, después lo tomó por la cintura y lo elevó hasta sus hombros. El niño logró salir con unos cuatro rasguños y moretones. Cuando Manuel salió, una muchedumbre lo vitoreaba y coreaba su nombre. Uno de sus compañeros de clase se acercó a él y le dijo, mientras le daba unas palmaditas en la espalda: Manuel, eres pequeño de estatura pero lo que hiciste hoy nos demuestra a todos que tienes el corazón del tamaño de una montaña. Manuel elevó sus ojos al cielo y sonrió agradeciendo. Sabía que tarde o temprano me ibas a contestar, dijo con alegría y entró al salón de clases con sus nuevos amigos.
El águila y el halcón
Una vez un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer que había sido matrona de la tribu, se enamoraron y se amaban profundamente, y habían pensado en casarse, para lo cual tenían el permiso del cacique de la tribu. Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al Brujo, un hombre muy sabio y muy poderoso, que tenía elíxires, conjuros, y hierbas increíbles, para saber si los astros estaban a su favor, si los Dioses los iban a proteger. El brujo, les dijo que ellos eran buenos muchachos, jóvenes y que no había ninguna razón para que los dioses se opusieran. Entonces ellos le dijeron que querían hacer algún conjuro que les diera la fórmula para ser felices siempre... El brujo les dijo: "bueno hay un conjuro que podemos hacer, pero no sé si estén dispuestos porque es bastante trabajoso". "Sí, claro" le dijeron. Entonces el brujo le pidió al guerrero que: 1.. escale la montaña más alta. 2.. busque allí al halcón más vigoroso. 3.. el que vuele más alto. 4.. el que le parezca más fuerte. 5.. el que tenga el pico más afilado. 6.. y que vivo, se lo traiga. Y el brujo le dijo a ella....a ti no te va a ser tan fácil: 1) vas a tener que internarte en el monte. 2) buscar el águila que te parezca que es la mejor cazadora. 3) la que vuele más alto. 4) la que sea más fuerte. 5) la de mejor mirada. 6) vas a tener que cazarla sola, sin que nadie te ayude y vas a tener que traerla viva aquí. Cada uno salió a cumplir su tarea... Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, y le preguntaron al brujo: "¿Ahora qué hacemos?, ¿las cocinamos?, ¿las comemos?,¿tomamos su sangre?, ¿qué hacemos con ellas?" El brujo les dijo: "Vamos a hacer el conjuro", y pregunto: "¿volaban alto?" "Sí" le dijeron. El brujo pregunto a ambos: " ¿eran fuertes sus alas, eran sanas, independientes?" "Sí" contestaron. "Muy bien", dijo el brujo, "ahora átenlas entre sí por las patas y suéltenlas para que vuelen"..... Entonces el águila y el halcón comenzaron a tropezarse, intentaron volar, pero lo único que lograban, era revolcarse en el piso, y se hacían daño mutuamente, hasta que empezaron a picotearse entre sí. El brujo de la tribu les dijo: "Este es el conjuro, si ustedes quieren ser felices para siempre: "VUELEN INDEPENDIENTES Y JAMÁS SE ATEN EL UNO AL OTRO".
Un beso y un abrazo de su amiga La Lobita gpe_lobo@yahoo.com.mx