domingo, 17 de diciembre de 2006

R E F L E X I O N E S

HOLA AMIGOS:
Ya les tengo sus Reflexiones como cada lunes, espero que les gusten y agradezco nuevamente a Eduardo, en esta ocasión por la Reflexión de La Silla (muy bonita, por cierto); y quiero hacer 2 aclaraciones para Lalita: mi nombre es no es Margarita (es de mi mamá), así que no importa si me sigues llamando Lobita y las Reflexiones que aquí pongo son para que las lean, las manden a la gente que gusten o las vayan guardando, claro que no me molesta que se las mandes a tus amigos.
Ya saben que si quieren dejar un comentario, lo pueden hacer aunque no tengan cuenta en Google, entrando como Anónimo y si quieren mandarme material para publicar aquí, mi correo lo encuentran en la parte de abajo.
Ahora sí, comenzamos (y no olvides que mañana martes es es Test de la Personalidad):
¿COMO PUDISTE?
Cuando era cachorra, te hacía reir con mis gracias y mis travesuras y te llenaba de alegría. Me decias que era tu bebé y a pesar de algunos zapatos masticados y algunas almohadas deshechas jugando juntos, me convertí en tu mejor amiga.Cuando me portada "mal" agitando tu dedo cerca de mi carita me preguntabas ¿Cómo pudiste? pero de inmediato sonreías, me ponias de panza y me rodabas en el suelo y me acariciabas.
Mi entrenamiento para ser limpia tardó un poquito más de lo esperado porque siempre estabas ocupado, pero juntos trabajamos y lo conseguimos.Recuerdo aquella noche que olfateándote en la cama, escuchando tus confidencias y sueños secretos, pensé que no podría existir nada más hermoso y perfecto que mi vida a tu lado.
Dábamos largas caminatas, corríamos en el parque, hacíamos paseos en el coche y nos deteníamos para tomar un helado del cuál solo me tocaba el cono porque me convencías que el helado no era "bueno" para los perros; y luego tomaba largas siestas en el sol esperando tu regreso a casa al fianl del día.
Poco a poco empezaste a pasar más tiempo en el trabajo y en tu carrera y más tiempo aún buscando una pareja humana. Te esperaba pacientemente, te consolaba en tus tristezas y desilusiones y era una explosión de alegría cuando volvías a casa; y cuando te enamoraste de ella me sentí igual de feliz, ahora es tu esposa y no es una "amante de los animales", sin embargo, le di la bienvenida a nuestra casa, trate de mostrarle afecto y siempre la obedecí , después llegaron los bebés humanos y compartí tu emoción.
Me fascinaba su piel rosada, cómo olían y deseaba también brindarles mi amor maternal, sólo que tú y ella temían que yo los pudiera lastimar... Por lo que pasaba la mayor parte del tiempo alejada en una jaula. ¡Cuánto deseaba amarlos! Cuando empezaron a crecer me convertí en su amiga. Se colgaban y jalaban mi piel, se montaban en mí y me picaban los ojos con sus deditos y hasta me daban besos en la nariz.Ahora se te presentó la oportunidad de una nueva carreraen otra ciudad y tú y ellos se mudarán a otro departamento en donde no permiten mascotas. Tomaste la decisión correcta para tu familia.
Aunque hubo un tiempo en que YO era tu única familia.Me emocioné y me sentí feliz en el paseo en coche contigo, hacía mucho tiempo no lo repetíamos hasta que llegamos al asilo de animales. Olía a perros y gatos, a miedo y desesperanza. llenaste unos papeles que te entregaron y dijiste: "sé que le encontrarán una buena casa".Ellos sonrieron tristemente y me miraron con pena, conocían la realidad a la que se enfrenta una perra adulta, aún "cuando tengas papeles".
Tuviste que arrancar los dedos de tu hijo para que soltara mi collar al tiempo que gritaba "NO PAPA, ¡NO POR FAVOR NO DEJES QUE SE LLEVEN A MI PERRITA!" Y yo me preocupé por él, y por las lecciones que le habías enseñado acerca de la amistad y la lealtad, acerca del amor y la responsabilidad acerca de el respeto a toda expresión de vida.Me tocaste apenas la cabeza y evitaste mi mirada. Tenías una fecha límite que cumplir y ahora, yo también tenía una.
Cuando te alejaste, las dos amables personas comentaron que probablemente tú sabías del cambio hacía muchos meses y no hiciste ningún intento por encontrarme un buen hogar. Movieron tristemente la cabeza y se preguntaron ¿COMO PUDISTE?Aquí en el asilo nos atienden hasta donde les es posible. Desde luego que nos alimentan, pero yo perdí el apetito hace muchos días.
Al principio cuando alguien pasaba cerca de mi jaula, corría al frente esperando que fueras tú, que habías cambiado de idea, y que todo esto era sólo una pesadilla, o bien, esperaba que, tal vez alguien se compadeciera y me salvara.Cuando me di cuenta que no podía competir con la alegría con la que llamaban la atención los cachorritos felices, ignorantes de su propio destino, me retraje a una esquina lejana y esperé.Escuché sus pasos cuando aquella persona vino hacia mí al final del día y recorrí el pasillo junto a ella hacia un cuarto separado.Un cuarto tranquilo y silencioso.
Me puso sobre la mesa y frotó mis orejas y me dijo que no me preocupara. Mi corazón latió presintiendo lo que iba a ocurrir, pero al mismo tiempo tuve una sensación de alivio. A la "prisionera de amor" se le habían acabado los días.Gentilmente colocó un torniquete en mi pata al mismo tiempo que una lagrima corría por sus mejillas.Lamí su mano en la misma forma que solía hacerlo cuando trataba de consolarte a ti hace muchos años.Con mucho cuidado deslizó la aguja en mi vena.
Cuando sentí el piquete y el frío líquido recorriendo mi cuerpo, me recosté somnolienta, miré a sus ojos generosos y murmuré ¿COMO PUDISTE?Tal vez porque entendió mi lenguaje de perro, dijo ¡Lo siento mucho!Me abrazó y nerviosamente explicó que su trabajo era asegurarse de que yo fuera a un mejor lugar, un lugar en donde ya no pudiera ser ignorada, agredida ni abandonada, ni tendría que luchar por mí misma, un lugar de amor y luz, tan diferente de este mundo.Y con el último aliento de energía traté de dirigirme a ella con un ligero movimiento en mi cola para decirle que mi ¿COMO PUDISTE? No iba dirigido a ella, iba dirigido a ti, "Mi querido Amo".
LA SILLA

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llego a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.

"Supongo que me estaba esperando", le dijo.

"No, ¿quién es usted?, dijo el hombre.

"Soy el sacerdote que su hija llamo para que orase con usted".

"Cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabia que yo estaba viniendo a verlo".

"Oh si, la silla", dijo el hombre enfermo. "Le importa cerrar la puerta?".

El sacerdote sorprendido la cerró.

"Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc. pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo, entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: "José, esto de la oración es simplemente es tener una conversación con Jesús.

Así es como te sugiero que lo hagas, te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe mira a Jesús sentado delante tuyo. No es algo alocado el hacerlo pues el nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes". "Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo".

"Es así que lo hice una vez y me gusto tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos".

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de hacerlo, luego hizo una oración con él, le extendió una bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia. Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:

"¿Falleció en paz?".

"Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso". Cuando regresé de hacer compras una hora mas tarde ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acerco a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. "¿Qué cree usted que pueda significar esto?El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió "Ojala que todos nos pudiésemos ir de esa manera".

¿CUAL ES TU CUERDA?

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para el solo, por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Le obscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montana, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos... ¡SI!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: "AYUDAME DIOS MIO..."

De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: "¿QUE QUIERES QUE HAGA HIJO MIO?" "Sálvame Dios mío" "¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?" "Por supuesto Señor" "ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..." Hubo un momento de silencio y quietud.

El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó... Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO...

¿Y tú? ¿Que tan confiado estas de tu cuerda? ¿Por que no la sueltas?

Espero les hayan gustado y sobre todo dejado algo en el corazón. Les mando un abrazo muy fuerte a todos y aquí nos vemos mañana.

Con cariño su amiga la Lobita gpe_lobo@yahoo.com.mx